Con solo dos victorias en la primera vuelta, la hazaña de entrar en los playoffs se tornaba casi imposible. Sin embargo, la mejoría en el juego y la capacidad competitiva nos hicieron soñar hasta la última jornada.

Las victorias ante Adra por 13 puntos (tras haber perdido por 14 en la ida) y ante Adaba por 17 (con un -10 en el primer enfrentamiento) nos llevaron a jugar contra Huércal con la obligación de ganar para mantener vivo el sueño. Y lo logramos, imponiéndonos por un ajustado 54-55 en un partido de infarto.

A partir de ahí, todo pasaba por vencer a Roquetas en su casa o esperar un tropiezo de Adra, que nos tenía ganado el average por un solo punto. El mal arranque de partido (22-5) presagiaba un desastre absoluto. A pesar de ir 31 puntos abajo al descanso, logramos sobreponernos y reducir la desventaja a 11, pero finalmente no pudimos llevarnos la victoria. Además, Adra consiguió ganar con apuros y aseguró su pase a la siguiente fase.

Debemos quedarnos con la enorme mejora en el juego, tanto técnica como tácticamente, y con el aumento de nuestra capacidad competitiva, lo que nos ha llevado a ganar cuatro de los seis partidos de la segunda vuelta, el doble que en la primera.

En el lado positivo, destacar que los 16 jugadores de la plantilla han tenido minutos a lo largo de la temporada, con rotaciones constantes en las convocatorias y enfrentándonos a la mayoría de equipos con solo 10 jugadores disponibles.

En la parte negativa, lamentamos la lesión de Adrián en el último partido disputado. Una fractura de muñeca lo mantendrá apartado del equipo más de un mes. Le deseamos una pronta recuperación.

A partir de ahora, seguiremos compitiendo en una segunda fase contra equipos clasificados entre el 5.º y el 8.º puesto, pero, sobre todo, continuaremos trabajando duro para mejorar en todos los aspectos, que aún son muchos, como es normal en un equipo minibasket.